lunes, 19 de diciembre de 2016

Los niños balanceándose en el columpio de los sueños.
Un comedor social cerrando la puerta del hambre, los saciados pidiendo monedas con faltas de ortografías esperando oír el sonido de la hipocresía.
Dos borrachos se pelean para encontrar la calle del destino,
de puntillas los errores pasan por su lado.
Las heridas llorando en la barra del bar fingiendo lo bien que le va la vida mientras mueven el café con cara de circustancias.
Los que parecían volvieron aparecer dando ejemplo de buenos sentimientos.
De regreso a casa, en una residencia de ancianos un auxiliar fregaba el último plato de la soledad.
Me acosté después de disfrutar de una noche de alumbrados navideños.
A la mañana siguiente me despertó un rayo de luz
que no pude llevar a ninguna parte.


José Manuel Acosta.

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