lunes, 19 de diciembre de 2016

Le he pedido a la luna
que escriba poemas,
que ponga las estrellas
en forma de sueños
si es que a los sueños
se les pueden formar,
y nos ilumine cuando
llueve por dentro.
Los héroes anónimos
no tienen nombre
pero cultivan gestos
cuando a otros se les desgastan.
Al final te das cuenta
que los desagradecidos
viven más solos
que la soledad de quienes aman.
Mi árbol de Navidad
no lo copa una estrella que alumbre,
que nos guíe el camino, sino un corazón para que no
se pierdan las posibilidades.
El amor es algo universal
e indivisible que algunos
se empeñan en dividir.
Si hay algo más importante
que el amor
que me lo expliquen con argumentos.


José Manuel Acosta.

AMOR DE POBRES


Me levanto con los amuletos de la suerte,
tengo miedo de mirarme
en el examinador de conciencia
cuando me peino y sólo una verdad
irónica sonríe de soslayo.
Los viejos otoños se quedan
sin libros de amantes
y hay más suspensos que aprobados
en las plumas muertas.
En los suspiros de las farolas
se alumbra el miedo
de los que se besan a oscuras
robándole palabras a los sueños.
Cada momento de felicidad
está lleno de gente
mirando el obituario de los periódicos.
- Cuando hay ángeles entre las estrellas
es porque hay padres
que se han quedado sin sueños-
El hambriento no se sacia
esperando compasión,
las oraciones pierden su virginidad
con más vergüenza que gratitud
y todos nos miramos los bolsillos
desahuciando nuestra propia existencia.


José Manuel Acosta.
Los niños balanceándose en el columpio de los sueños.
Un comedor social cerrando la puerta del hambre, los saciados pidiendo monedas con faltas de ortografías esperando oír el sonido de la hipocresía.
Dos borrachos se pelean para encontrar la calle del destino,
de puntillas los errores pasan por su lado.
Las heridas llorando en la barra del bar fingiendo lo bien que le va la vida mientras mueven el café con cara de circustancias.
Los que parecían volvieron aparecer dando ejemplo de buenos sentimientos.
De regreso a casa, en una residencia de ancianos un auxiliar fregaba el último plato de la soledad.
Me acosté después de disfrutar de una noche de alumbrados navideños.
A la mañana siguiente me despertó un rayo de luz
que no pude llevar a ninguna parte.


José Manuel Acosta.
Aquel día me había dilatado su eterna mirada, distraída,
con el fluido lenguaje del silencio que jugaba a pintar saliva en mi boca y por un instante pensé,
qué palabras usaría Lorca para describir la belleza.
Por aquél entonces me precedía la fama del chulo piscina, el de los ojos con acento verde y canciones de Travolta en los andares.
Los que condenan suelen ser gente torpe porque sólo era un decrepito monitor de natación y corazón de poeta.
Ella estaba allí,sentada en los escalones del cine como si fuese el título de la película que ni siquiera recuerdo.
¡ Al diablo con la película ! si ya la estaba besando con la mirada aunque ella se hacia la interesante, creo que intuía que me interesaba ¡qué coño! acababa de descubrir la molécula del amor.
Desde ese día no he parado de hacer versos, de intentar poner palabras que no siempre ordeno bien.
Habré escrito tantos poemas como latidos dio aquél día mi corazón, unos tres mil he llegado a calcular "malamente" tal vez fueran incluso más.
De aquello hace sólo treinta y seis años y cada gesto de ella me recuerda que el tiempo no ha pasado si mi amor sigue buscando su mirada distraída.
Dicen que con los años se va el amor y se quiere por costumbre,
yo he dejado de querer por costumbre para amar con el corazón.
Ella me llama poeta porque sabe que soy un aprendiz leyendo su cuerpo.


José Manuel Acosta.

martes, 6 de diciembre de 2016

CESÁREA DE UN POEMA


El cenicero lleno de colillas,
no sé cuántas palabras me habré fumado ya.
Me inyecto los verbos que se han marchado
me ha crecido la barba que está a medio morir
y vuelvo a besar las hojas blancas
que se han quedado entre
las sombras de los cajones.
Mi pluma se arruga
cuando la acaricio,
me quita las legañas
si me aprieta el hilo de las heridas
o hago garabatos entre paréntesis
para que no se vaya lo que escribo.
Tal vez me tomo el café medio frío
para recitar poemas
que nada saben sobre mí.
El cenicero lleno de colillas,
no me cabe más humo en los pulmones
he apagado mis últimas palabras
y mi pluma me dice
que ha roto aguas
y está a punto de parir.


José Manuel Acosta.

UN EXTRAÑO



A mis letras les puse caviar de estrellas
cuando la luna destripaba mis poemas.
Algún grito empalaga la oscuridad,
sé que llevo en los bolsillos
arena de ninguna parte
que recogí en las debilidades
y llevo una hora en la primera letra
de la tristeza.
Me gustaría que fuese
sábado por la noche,
emborracharme entre sus piernas
cuando me deja el ombligo a cuadros,
que mi almohada
envidie lo cotidiano
porque mi sangre haya perdido la memoria.
Puede que hasta me quede en silencio
si veo mi calavera tragar saliva
porque he pasado de moda
y tengo dudas hasta de si existo.


José Manuel Acosta.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

El ILUSIONISTA DE PALABRAS


Detrás de cada poesía
hay un ilusionista de palabras
sacando de su corazón sentimientos
para que por un momento
los sueños se hagan realidad.
Puede que no sea hoy,
pero te encontrarás en ellas
siendo tú el protagonista.
Y aunque el tiempo
no lo cura todo,
siempre es más fácil camuflar la sonrisa
que descifrar la tristeza
y siempre hay besos
por terminar.
Cuando empecemos a morir,
inventaremos adjetivos
para ahuecar los nombres
que dejamos de decir.
Sólo cuando empecemos a morir,
ya.


José Manuel Acosta.

domingo, 4 de septiembre de 2016

SI NOS ALUMBRA EL SOL


Viviremos el tiempo juntos,
tendremos que terminar
de leer nuestros cuerpos
y consolarnos a tiempo
porque el dolor y el sufrimiento
no es lo mismo,
porque la felicidad,
nunca cumple sus promesas
y puede
que me pase lo que a mi almohada;
que caduquen los sueños
y le ponga remiendos
a los nombres.
Hay quienes no aman todo lo que dice
y otros que no dicen
todo lo que aman.
Existe ese amor
que rompe en silencio mi poesía,
que se piensa con la mirada
que se tiene
cuando se respira.


José Manuel Acosta.

miércoles, 31 de agosto de 2016

VALORANDO LO INVALORABLE


La ignorancia
es de aquellos que creen
que porque te ignoran
tú has dejado de existir.
Y existo
porque pocas cosas me sorprenden,
que puedo parecer lo mismo
y lo mismo te parece
que quieres parecer sin parecerlo.
El que puede y quiere
el que puede y no quiere
el que quiere y no puede
el que ni puede ni quiere.
Cualquier día
nos encontramos por la calle
y habrás resuelto
el acertijo
o, tal vez este poema
tenga la voluntad de terminar con lo ajeno
aunque prefiero
que termine
por causas ajenas a mi voluntad.


José Manuel Acosta.

RETALES DE VIDA


Sólo la muerte olvida
y me senté a escribir un poema para ti.
Que no hable de la soledad
que lo trae todo hecho
con postura inclinada,
ni de recuerdos
ajenos a lo que todavía existe,
ni del silencio baboso
incapaz de poner
una palabra detrás de otra.
Le falta de todo a las horas
que esperan detener mi memoria
sin saber que es incapaz
de borrar la del corazón.
Me he asegurado
que todo huela a ti,
para que cuando
se amontonen las flores
que disimulan los te quiero,
sepas que me fui tranquilo
respirándote.
Donde estén nuestros cuerpos
es lo de menos,
es imposible poner distancias
a quien se ha amado.


José Manuel Acosta.

DE REGRESO


Va transcurriendo el día,
gimen los innecesarios
que caminan con su pena ficcticia.
Voy depilando las aceras
mientras me visto
de paso largo
para llegar impaciente
a los gritos
que aún no conozco.
Me saluda el propietario
de las esperanzas perdidas,
el inquilino que vive
en la habitación del miedo
y el que sube las escaleras
después de perderlo todo.
Detrás,
viene el de los reproches
con su ordinario bostezo
rumiando el salistre
del pensamiento.
Y corro.
Corro junto al tiempo
perdido como un eco muerto,
como los mañana
en un campo de concentracion nazi.
Me visto de existencia
y pienso que los posibles
no renuncian a los límites,
que todos
podemos romper las cadenas
que nos atan a este mundo,
que siempre hay una mueca.
Que nada es definitivo.
Que las consecuencias
están de paso.


José Manuel Acosta.

EL ESPEJO


 Me puse la camisa de color herida,
abroché las lágrimas
y aprendía a llorar antes que a sonreír.
De noche, los poetas tenemos
mucho de ladrones,
le robamos a los recuerdos media vida
y buscamos en el cielo
que descienda lo perdido
para que el olvido no se quede huérfano.
Luego, te das cuenta
que la soledad nos hace envejecer
más rápido que el tiempo
y hueles a cicatrices que no se ven.


José Manuel Acosta.

UNA ORACIÓN POR TERMINAR


Escribo con clemencia
como la horizontalidad
de los que buscan el olvido
con puntos suspensivos.
Hasta podría parecer un poema
cuando deje de respirar
porque han servido
para acortar distancia
entre los sentimientos.
Mi corazón
nunca estará del lado
de los muertos.
Morir no nos dignifica;
las oraciones
tampoco limpian la conciencia
aunque me resucites
cuando me leas.


José Manuel Acosta.

lunes, 11 de julio de 2016

AGUA DE OTOÑO



Al otro lado donde hibernan los sueños,
de fuera a dentro
se quedan las ganas de escribir
y terminamos en habitaciones sin nombres.
Paso por aquí
cuando no tengo nada que decir
o quiero decir tanto
que acabo hablando solo,
como el espermatozoide que se agarra a la vida.
Nací para morir sin prisas
y escribo palabras con cicatrices
que escuecen hasta cuando se leen
dejando poemas sin terminar.
Lo bueno es despertar,
despertar de todo esto
que aunque descubras
después que hubo fe de erratas
todo vuelve a empezar en tus ojos.

José Manuel Acosta.

miércoles, 11 de mayo de 2016

Cuando leen uno de mis poemas él será más joven
a medida que me hago más viejo.

José Manuel Acosta.
En medio de esos pueblos Andaluces donde se esquiva a la muerte y la soledad se equivoca de sitio, te encuentras con noventa y un años de felicidad y todos los deberes por hacer.
La vida se acaba pronto o la muerte se alarga demasiado,
todo está en su sitio, incluso las suaves cicatrices que tantas palabras juntaron alrededor de la mesa y hoy vagan sin destino por el hormigón de las ciudades, por el silencio escrito de las lápidas.
Los cuadros antiguos rozando el beso de una felicidad profunda que ya no existe,
las enaguas cubriendo el vacío que deja el recuerdo
y el cisco cantando humildemente.
De pronto, te das cuenta, que estás ante ciento setenta y un años y tengo prisa para vengarme de mis errores.
Un limonero de ramas cansadas, frente a su casa, sigue saciando la sed de aquella Sierra Morena de bandoleros en el Valle medio del Guadalquivir;
tío y sobrino hablan de sus historias…
por un momento olvidan su vieja soledad para recuperar los años perdidos que están sujetos por alcayatas en las paredes de cal.
Quiero pensar, que por ese momento, fueron tan felices como yo, y mientras pongo rumbo a la ciudad que nos devora, voy pensando qué es la vida dejando atrás la fuente cubierta que da nombre a Fuencubierta, departamento de la Carlota, allí se casaron dos corazones y doy gracias a sus vidas, porque en aquél instante de hace no sé cuántos años, el destino puso la mano en mi propia felicidad.
Ahora, mientras escribo, noto la frialdad de tanta tecnología que nos acerca a personas que ni siquiera conocemos pintando sueños en un desbarajuste de teclas, procurando poner las tildes en su sitio y ordenando las palabras porque queremos ser provocadoramente cultos aunque con ello castiguemos a los sentimientos, a lo que se esconde debajo de la piel, al maravilloso mundo del tacto, al encuentro de dos cuerpos que se funden en un abrazo sellando sus labios cualquier motivo de marginación.
En medio de tanto ruido, cuando se juntan ciento setenta y un años de golpe, te das cuenta que la vida pasa tan deprisa, que si no dedicas todo tu tiempo en hacer felices y amar a quienes tienes a tu lado, un día llega la orgullosa muerte a decirte que tuviste tiempo y no supiste aprovecharlo.
 

José Manuel Acosta.
Cuando nuestros besos
se ponían de acuerdo,
justo cuando se amaban nuestros labios,
me quedé sin morfina para el dolor.
Escribí en el reverso de los poemas
con voz sensible,
pero es difícil saber
qué hay detrás de las ventanas
si las palabras no tienen destino.
Sólo los supiros
se adelantan al recuerdo y
nada nos hace envejecer más rápido que la soledad.


José Manuel Acosta.

HOJAS DE MÍ


Desvestir tu boca
y que la lengua sea
una marioneta invisible.
Sacar punta al lápiz
de tanto escribir te quiero.
Desdoblar los papeles
que cuentan nuestra vida
perdiendo el hambre
lo innecesario.
Preocuparme si un día
no tengo nada que decir.
Quitarle el pijama a la voz
de los días malos
para que sea breve
la tristeza.
Que las promesas
tengan alternativas
y haciendo
deje de ir a la consulta
del gerundio aparente.
Que el olvido se olvide
de olvidar y el amor
sea un estribillo pegadizo.
Una fracción de segundo
te lo quita todo,
hace tiempo que decidí
ser distinto dejando
que las penas
no sean puntos suspensivos.
Antes, después y durante.
El amor debería ser
una enfermedad contagiosa.
Sólo unos pocos
me llaman idiota.


José Manuel Acosta.

EN BLANCO


Quizás esté
en las blancas palabras
que no llevan prejuicios
si amordazan mi lengua
los que ponen en valor su rebeldía,
sin puños
sino con manos abiertas
hasta donde llegue la muerte
cuando envejezca mi pecho
en silencio
y me vista de tierra
sin que nadie sepa
qué es el recuerdo,
o me vean dando vida
a la soledad.
Quizás estoy lleno
de huesos inservibles,
pero no tengo dudas
que por donde viajo
no hay fechas de caducidad.


José Manuel Acosta.
el amor es un árbol de hoja perenne,
el aquí y ahora,
los después,
la viceversa del corazón.
Un te quiero en mitad
de la nada,
un paseo por las nubes.
Te lo digo yo
que acabo de venir de allí.


José Manuel Acosta.

ENTRE LÍNEAS


Me gusta lo simple de tu sonrisa
tus labios que son la patria de mi alma
y todo lo que dependa de terminar
en la voluntad de tus manos.
Me gusta fingir
que se me han desatado los latidos
porque tengo la lengua
en carne viva de llamarte,
que me cruzo contigo
en las debilidades
y la brújula marca
un poema por terminar.
Todavía tengo ese pellizco
de la media vida
que se ha ido
y la otra media
que nos espera.
Eres sinónimo de poesía.
Estoy empezando
a leer tu cuerpo
a robarte los besos
con versos.


José Manuel Acosta.

NO SÉ SI VOLVERÉ


Volveré cuando la distancia
aprenda a quedarse quieta,
cuando recen los creyentes
cambiándolo todo de lugar
y las lágrimas
dejen de unir palabras extrañas.
Volveré cuando resbalen los recuerdos
porque escribiendo juntos,
a ninguno de los dos
nos gusta la soledad.
Volver, no sé si volveré
cuando llegue la enfermedad
contagiosa de los labios,
cuando los otoños tengan luz
y los años perdidos
hagan garabatos los lunes.
No me caben más palabras
en lo artificial,
en los que vienen del entonces
a querer ser,
en la misma ciudad
con calles separadas.


José Manuel Acosta.

AMANECIENDO


He vuelto de lo que parecía,
del silencio de los ataúdes
que no son más tristes
que mi tintero
cuando llegan
las palabras en pijama.
Del amarillo tierra
de los pobres
que viven en el kilómetro
cero de las fronteras,
de los que visten la ausencia
de palabras de ayer
esperando que me encuentres hoy.
Es irónico,
que sea la soledad
quien se dé cuenta
de quiénes somos
cuando nos hemos ido para siempre.
Después de todo,
si el cielo sigue azul
y la sangre no deja de ser roja
¿por qué cambia de color el alma?
todas vivirán juntas.


José Manuel Acosta.

lunes, 11 de abril de 2016

SÓLO EN APARIENCIA

Hace tiempo que dejé de ver a un desconocido en el espejo.
Si me pones flores, oleré a tierra
pero no estaré muerto.
Si el incienso envejece
en las oraciones
porque las lágrimas
se equivocan de sitio,
no habré muerto.
Si te observan sin luto
porque el dolor se lleva dentro,
no habré muerto.
No habré muerto
cuando la verdad esté fría
en acero inoxidable.
No habré muerto
cuando vengan los siento mucho
sin saber lo que tú sientes.
Sólo moriré
cuando dejes de recordarme.


José Manuel Acosta.

SOMBRAS Y LUCES


Hablo de los que se tapan
con las estrellas,
de los que tienen
aliento de penas
y buscan la dignidad
en la basura.
Hablo de los que se tapan
la vergüenza
porque no valen nada
cuando nada vale
la esperanza.
Hablo de los que no tienen
cruces
pues sus pecados
son adolescentes
si la dignidad está manchada
de sufrimiento.
Hablo del mio Cid
de la pobreza,
de la soledad del prestigio
que fallece en la censura
de las aceras,
de los que usan muletas
en sus gestos.
Hablo de lo que es morir despierto,
del olvido fácil,
de la indispensable
necesidad de los pobres
de risa negra y lágrimas
blancas.
Hablo de nosotros,
que tanto nos parecemos.


José Manuel Acosta.

ES COSTUMBRE

El amor vive dentro de un poema
y te amo con el verbo contigo
en un verso cualquiera
mitad hombre mitad mujer.
Con mis letras pobres
de rimas absurdas
del porqué de los porqués
mientras duermo sin mí en ti,
porque vivir la mitad de la vida
es morir el doble.
Desde que te pienso con palabras,
las horas son nuestras
y lo que nos dio el tiempo
está guardado en el corazón.
El amor es un poema
que nos acompaña toda la vida
y te hace tan hermosa,
que todo es un empezar de nuevo
aunque estemos deshojando años.


José Manuel Acosta.

viernes, 4 de marzo de 2016

CAE LA LLUVIA


Y los pájaros se llevarán
de vuelta las palabras,
antes, me habré ido al sitio
donde se pierde la fe,
donde tropiezan las razones
porque he estado
en cada muerte de la lluvia
que me ha mojado de perdones
cuando estaba herido.
Vienes a mí esta noche
como los buenos recuerdos
que se cuentan en los tanatorios,
con la celosa forma de ser feliz
tan diferente
y me dices lo que no encuentro.
Los hijos ya son padres,
todo está más cerca de mis manos
en esta distancia,
todo lo que se ha ido de mí
y no sé qué ofrecerte
aunque esta noche
te haya devuelto la vida.


José Manuel Acosta.

POR UN MOMENTO PENSÉ


Hablo ese idioma cuando la luna se desangra,
y me entretengo con los verbos
por si dejo de respirar
mientras hablo con el calendario que se traga los días,
e intento recuperar esos momentos
en los que me he querido mucho
aunque las palabras
caducan cuanto más vida cumplo.
Rompo los silencios 

que tratan de hablarme a su manera, 
pongo esa canción que viene a mis labios
porque la sonrisa 

se ha hecho la muerta 
y tú estás pretendiendo aparentar otra edad.
Se han ido demasiados agostos 

y te das cuenta,
que te gustaría tener a tu profesora 

enseñándote a escribir, 
que te corrija las faltas de ortografía 
y llegue la hora del recreo 
porque hay una niña que te gusta,
y, cuando ya sabes restar,
lo primero que has aprendido 

es a sumar tu primer desengaño.
La vida pasa tan deprisa
que apunto de cumplir cincuenta y tres años,
te das cuenta que no has aprendido nada de ella.


José Manuel Acosta.

jueves, 11 de febrero de 2016

MEFISTÓFELES


Cuando los demás
reconocen tu grandeza,
siempre habrá
quienes te quieran empobrecer.
He preferido ser un sarcófago insonoro
paseando por la calle muda de las cruces
mientras otros buscan la herradura de la suerte.
Después, cuando muchos lavan su amargura,
yo ensucio de caligrafías invencibles
el verdadero aspecto de la virtud,
y busco entre los apóstoles al hipócrita.
A veces, parece que estoy muerto
cuando visto a mis palabras de luto,
pero no,
estoy levantando perdones
cuando la verdad viene despistada.
La honestidad, es algo
que pocos te reconocen
y menos te la valoran.
Odio ser tan transparente
en esta lucha conmigo mismo
que suena redundante y pretencioso.
Pobre de aquél que viene
a capturar mi alma.


José Manuel Acosta.

martes, 26 de enero de 2016

FALTA MENOS

( Toda poesía es pura ficción, tan real
como el corazón de quien la escribe y tan viva como quien la lee)

Quise ser una hora
en la que apoyar el tiempo,
el gesto de un cerillo
para que me encuentres
encendiendo mis labios.
Quise ser el agua
donde mojar tus manos
y te ahogue dentro de mí
y me salves el corazón.
Soy un puto anarquista
y ni siquiera
me sirve la lengua
para llegar hasta ti.
Me da vértigo
asomarme a tus ojos
porque mis lágrimas,
se suicidan
en el olvido añejo
como las palabras
en mi vieja
máquina de escribir.
Te digo todo esto
porque puede ser
que cuando
vengas a por mí,
esté escribiendo
con errores
y todas las flores
huelan a plástico.


José Manuel Acosta.

DE COLOR SILENCIO


Me gusta escribir a la muerte
porque cuando llegue,
no podré escribirle
a la vida.
Y me iré enhebrando
atardeceres
cuando llamen a mi puerta sin indultos
y les abra salpicado de murmullos.
Me habrás visto
hacerle una cesárea a los huesos
para no vivir de rodillas
porque nunca estaremos
solos donde
no pasan las horas
excepto para los que vienen a rezar.
Haces demasiado
ruído en mi boca
cuando te han follado
otros besos.
Será que hueles mejor
que la muerte y escribo
para no hacerle daño
a la mía
o será, que
he encontrado
otro modo
de desnudarme.


José Manuel Acosta.

sábado, 16 de enero de 2016

RÉQUIEM POR UN POETA


Quién te pintará sonrisas
en las viejas fotografías de aniversarios
si los sueños se han quedado sin colores
y la sangre es de amarillo olvido.
He puesto a volar mis palabras
por si los pájaros tristes,
quieren componer mi nombre en tu boca
y por cosas del uso
se quedan sin gestos los sentimientos.
Cuando tropiecen los verbos en mis ojos
y no haya púlpitos para pregonarlos
ni oraciones para lavar,
habrá poetas recitando mis heridas
pero yo,
estaré en otra parte
contemplándolos en silencio
donde los cipreses
lo escuchan todo.


José Manuel Acosta.

BESOS LATENTES


Se me ocurrió mientras me quedaba sin tinta
que podríamos buscarnos
cuando las agujas del reloj se amen
y el tiempo nos divida.
Que si te miro con insistencia
venga un intermedio
con más impaciencia que nosotros,
y alguna casualidad
nos equivoque el destino.
Puestos a pensar,
imagínate que metemos las heridas
en un libro porque en él
se hacen invisibles.
Imagínate
que somos dos poetas
dominando el mundo
porque cada uno escribe
la historia a su manera.
No creas que a los labios se les engañan,
a su juventud le faltan
los años que los besos tienen.


José Manuel Acosta.

lunes, 11 de enero de 2016

DICEN DE LOS GRANDES PENSADORES


Dicen que cuatro palabras
buscó una excusa para que entre la tinta y el papel
se pusieran de acuerdo.
Dicen que fue un poeta
mientras hacia garabatos con la soledad,
quien puso de acuerdo al alma y al corazón
para que con el tiempo
no mueran sus poemas.
Dicen que con lo que desprecian
los mediocres,
él lo vuelve noble.
Ahora, todos rezan con una excusa
cubiertos de prejuicios.


José Manuel Acosta.

DESCOSIDOS


Primero quiso ordenar lo correcto; las hemorragias en último lugar.
Ponerle precio a la vida que se había quedado dormida en la página cuarenta y tres en la que había frases de soledad, donde el miedo se come al corazón mientras jugamos a salvar vidas.
En el armario de la respiración, mal doblados,
se amontonaban los vuelve a mí deshidratándose proporcionalmente a las marcas que deja el amor.
Los si hubiésemos, se marchaban sin hacer la digestión, para cuando tenían hambre, se quitaron las ganas de comer.
Si te marchas y vuelves no será lo mismo, cada pellizco deja cardenales que tardan en desaparecer y las palabras son tan desiguales como los poetas que las escriben.
En la página cuarenta y cuatro decidió poner punto y final al hombre que la quiso como a las putas porque al otro lado del teléfono alguien dijo:
estamos para ayudarte.
Que podamos amar
es como cantar,todos podemos hacerlo pero no significa que lo hagamos bien


José Manuel Acosta.

BAJO NINGÚN CONCEPTO


Puedes levantar muros,
la hipocresía suele hacerlo.
Yo los pinto con tizas,
también con las cenizas de los mediocres
o con las nalgas del amor,
que nos vuelve solidarios
pero también nos pone cachondos.
Como los poemas en las redes sociales
llenos de adrenalina,
pero el silencio de los libros
te lleva a cualquier parte del mundo
porque los ojos
llegan antes al orgasmo que yo.
Me hablaban de los grandes amantes
que sólo rechazan a las gordas
porque tienen más grande la polla
que el corazón.
Es mejor que mis folios en blanco
no empiecen a nombrarte
y te quedes como un libro de bolsillo.
Hasta las mariposas han sido antes capullo.


José Manuel Acosta.

martes, 5 de enero de 2016

¿ EMPIEZA POR ?


Se quedaron antiguos
los laísmos
colgados de silabas
viejas entre labios dormidos, y la sal
que se evapora
en el corazón
con el alma llena de grietas
por donde se filtran
las palabras bonitas.
Repite conmigo
que todavía no estoy muerta
aunque deje de parir
los verbos cuando
te llamaba amor.
No soy tu guerra,
se me habrá olvidado
disparar latidos,
pero tú,
ya estás muerto por dentro.
El camino empieza
en un laísmo; Esperanza.

José Manuel Acosta.

¿PERDÓN, LE CONOZCO?


Mis poemas llenos de justicia, y esa canción
que todos cantamos
-cuando mueren las estrellas en el cielo
vivo distraído
entre personas
que no perdonan
los defectos-
Me hubiese dormido antes
si tengo que morir
para poner a prueba
las lágrimas.
El sufrimiento no tiene
aplausos,
tal vez nadie escribe
sobre hojas amarillas
excepto el otoño
cuando lloran los árboles.
Nadie se enamora
de lo perfecto y envidiamos la vida
de los demás
cuando lo más probable
es que estén envidiando
la nuestra.
Nos preocupa más
con quien nos acostamos

que si el "perro" ladra
de soledad.
Es posible,
que en este "pueblo"
tan pequeño, nadie
quiera conocerse
y nosotros pongamos
el resto.
Voy a seguir escribiendo,
tal vez me salve la vida.


José Manuel Acosta.

domingo, 3 de enero de 2016

AMOR


Y se quedaron blancos los
labios porque se desangraron a besos.
Me gusta
cuando respiras en mi boca.
Mientras mis manos
escriben en tu cuerpo,
mi corazón te señala
a gritos.
Con cuatro letras
me sobran todos los poemas que quiero escribir.

José Manuel Acosta.