domingo, 30 de noviembre de 2014

EL ENCUENTRO

Jugaba con su mirada para esquivar la mía,
sabe que los ojos dicen todo
lo que callamos y que la dilatación
de las pupilas sobornan a las palabras
que nos delatan fácilmente.
No esperaba el milagro de una sonrisa
porque la división de sus labios
estaba condenada de por vida
a la burocracia de caer bien a todo el mundo,
pero ella, siempre me saluda con un efusivo
abrazo y una forzada sonrisa, sabe que conozco
todos sus secretos que jamás exhumará
la conciencia que a todos nos desnuda
alguna vez en la vida.
Fue el encuentro con el recuerdo,
con la dignidad del dolor que vive
en cadena perpértua cuando todos,
haremos nuestra última parada donde
no molestemos a nadie.
Nos despedimos con absoluta felicidad
dejando atrás la verdad y quien sabe,
si nos volveremos a encontrar
en algún lugar donde la vida nos hable de otra manera contando los años en silencio.


José Manuel Acosta.

jueves, 27 de noviembre de 2014

NIÑOS DE ANDALUCÍA

Echo cadenas al hombre
juzgando las libertades
que se amarran a su yunque
y escupen a los inocentes.
Odio a los que escriben
propaganda en los huesos
sin más morada
que su pobre aliento
porque no le cabe más silencio.
Oigo los relojes frágiles
deambulando por las aceras
directos al vertedero
de las horas muertas
con cara de pobre.
“tengo una muñeca vestida de azul”
El hambre no tiene dientes
cuando el vientre se defiende cantando
y los niños, esperan encontrar miradas
para combatir el frío.
“La tarara si la tarara no”
Sigo escribiendo para ver dónde
se ha metido la cordura,
y entre cuatro descerebrados
arreglamos el mundo.

José Manuel Acosta.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

LAS VIÑAS DEL POETA

Poeta de alma herida
dónde vuelan tus palabras
o tu triste corazón,
dónde queda tu silencio
o la razón de tu pluma
cuando sangra sentimientos.
Dime tú si haciendo versos
vuelan los pájaros tristes
o se mueren para siempre.
Si estoy entre crisantemos
será que sigo inconcreto.



José Manuel Acosta.

DESPACIO

De mis canas,
me queda el silencio venerado,
la generosidad
que me ha proporcionado
el tiempo
y la inexplicable sensación
de continuidad
de mi apellido.
Me queda,
ése beso de buenas noches
y la costumbre
que tienen los abrazos
al mirarte.
He dejado que mis canas
dividan el tiempo en dos,
una lo que es
y otra lo que los demás
creen que es.
Por eso,
he dejado a los tontos
que crean que yo
también lo soy.
La complejidad
que tiene la vida
es creer que
la felicidad
ha llegado sola.


José Manuel Acosta.

MISA DE DIFUNTOS

Tenía esa mirada que solo el tiempo puede dejar
cuando parpadean los silencios
respetando el dolor que tantas veces
se muestra indiferente.
Sus necesidades caminaban en la memoria
sufrida de los penitentes porque a los dioses
se les olvida sus obligaciones con los fieles.
Me miró, como quien sanciona
las horas que nada cambian y te mantienen
en una asimetría con el presente
porque los años no tienen nada que perder.
Con una voz que no beneficia a nadie,
me invitó a pasar al salón, aquello
parecía una cofradía de reivindicaciones,
el olor a cisco me hizo retroceder
a la infancia de los valores,
a la cocina con olor a pestiños y miel.
Por un instante me detuve frente
a la ropa camilla recordando mi pasado
donde las risas no tenían horario
creyendo que sería así para siempre.
Mantuvimos una larga conversación,
de esas que van cosiéndote por dentro
y dejan tu pundonor a la altura de una mierda.
Me levanté y recorrí los escasos pasos
que había hasta el aseo ( yo lo llamo cuarto de baño) porque es donde te quitas tus miserias
y te lavas la hipocresía que has llevado
durante todo el día.
Me despedí con un gesto de agradecimiento
austero para ocultar el duelo
que había dejado en mi corazón.
mientras, en la iglesia de al lado,
las campanas tocan a muerto.


José Manuel Acosta.

sábado, 22 de noviembre de 2014

MIL MANERAS DE QUERERTE




Fueron tantos los años
que te amé sin medidas
y tantas las noches
que lloramos juntos,
que te estoy queriendo tanto
para no olvidarte jamás
por si algún día pierdo la memoria.
Hay un lugar en mi alma
que acaricia tu nombre con dulzura
sin ocultar lo que por ti siento
porque que todos los días
me vuelves a enamorar.
Te he convertido en una costumbre
por amar con el corazón,
si supieras que tengo
otras mil maneras de quererte
para encontrar todos los colores
que se pierden con la vida...


José Manuel Acosta.

LO QUE PUEDE PROVOCAR UN BESO



La diferencia entre tus ojos y lo que siento
está en la memoria de nuestros besos
expandiéndose por los cuerpos.
Le he puesto tantos gestos a tu boca,
que sabes porqué
mis manos dejaron de ser vírgenes
después de recorrer tu columna vertebral.
Me quedo en el vértice de los gemidos
con un grito de urgencia
para romper el silencio
que tienen tus caderas.
Abriendo con mis dedos tus entrañas,
empiézame a sentir
de otra manera
porque llego convertido
en un átomo lleno de movimientos.

José Manuel Acosta.

LOS PROPÒSITOS NO TENÍAN QUE ESTAR AQUÍ

Me emociona mirar sus ojos,
sé que entre los suyos y los míos
hay un verso de distancia y no sé,
si el doble de vida o la mitad de bondad.
Él me contempla con esa curvatura
que tienen los labios cuando se le pone
precio a la sonrisa porque el estomago
está vacío de recuerdos,
sentí la necesidad de devolvérsela
esperando sin mucho acierto que no notase
mi fragilidad.
Desvié la vergüenza por un instante para
no desproteger mi corazón (si es que algo
de él me quedaba) a un escaparate que desnudó
por completo mi vida.
-¿ cuánto tiempo llevas aquí?
le preguntó una mujer con desgana, al tiempo que le daba un litro de leche, una bolsa de pan en oferta y un paquete con el que rellenar
el transcurrir de las horas.
Entre murmullos la mujer dijo con cierto enfado
- ¿ qué pena Dios mío?
Aquella infantil sonrisa, aquellos ojos que humeaban como el pan caliente, puso en duda
todos los valores del ser humano.
Llegué a casa con mi compra podrida
de intenciones y las condenas oliendo peor.
Me senté en el sillón, encendí el televisor y dejé
que la vida continuáse
como si no pasara nada.


José Manuel Acosta.

LA VERDAD SEA DICHA

Llegó revestida de moral añeja
y de un incensario de pecados
que sólo en el silencio de los conventos
tiene cabida.
No creo en la envidia pacífica
porque cuando se habla de chocolate
nadie lo asemeja al blanco
ni eyacular sueños
es sexo imaginario.
Llevo toda una vida
volando en soledad
para no darme cuenta
cuando los buenos y los malos
comen en la misma mesa.
A veces, me gustaría experimentar
la metamorfosis de las mariposas
para ver cómo evoluciona
la verdad dentro de un capullo,
pero hasta en los santos
hay un desorden de oraciones.

José Manuel Acosta.

martes, 18 de noviembre de 2014

MI OTRO YO

No sé, si podré hacer un poema
de esos que cierran el capitulo de toda una vida
donde el depredador
aniquile su vergüenza
y la intuición del inocente
soporte la verdad.
Frentes ficticias de espaldas falsas,
yo he visto sin querer ver
ladinos pasos que se hundían
despojando al alma de dignidad
lamiendo las heridas,
que se retuercen
sin caricias
sustentándose de lo maduro
y la pureza era guillotinada
sin esgrimir razones.
Yo he visto tambalearse los corazones,
y he visto pies de un veinticinco
con la mirada perdida
al ser enterrada su deidad
por no tener con que alimentarse.
He visto manos vomitando
inoculadas por el veneno de los reptiles
y he visto con dolor, ojos violados
sin esperanzas de vida por la droga.
Sin llevar la Biblia a cuestas
he intentado poner puentes de salvación,
pero los sordos no ven
y los ciegos no oyen
porque hoy día
todo es criticable.
Para cuando sea dubitativo mi cuerpo,
ya estaré esperando primaveras.


José Manuel Acosta.

LAS CINCO

Los sueños se pierden
entre las sábanas,
las horas mueren
a las cinco de la mañana,
no tienen prisa las calles.
El café me espera
en el mismo sitio de siempre
con un buenos días aún dormido.
Esperándome están los libros
para jugar entre mis manos.
Hay uno que se me resiste,
lleva tres años
desconfiando de mí.
Quizás deba soñar menos
y las cinco de la mañana
deje de tener sentido.
Me vuelvo a la cama
sin saber si las palabras
morirán conmigo.


José Manuel Acosta.

MI ABUELO EUGENIO

De aquellos días, en los que jugabamos
a escrbir nuestros nombres en los cristales,
recuerdo las horas oliendo a humedad
y la edad del polvo acumulado
en una ventana de madera vieja.
Aquellos manzanos que sirvieron
para mojar con sidra
las gargantas de los campesinos
y unos pies de color caramelo,
pisando las uvas maduras.
Recuerdo su boina y el olor a barriles de vino
en una bodega llena de matanzas.
Recuerdo que mi nombre
se perdía en el eco de los bosques
mientras los bueyes
tiraban del tiempo.
No recuerdo su último beso
pero me dedicó aquella mirada
entre cuatro cirios
que esperaban su muerte.
Hoy recuerdo aquella Galicia
que vistió mis ojos de luto
para seguir creciendo
y mi abuelo Eugenio,
viviése para siempre
en un poema escrito para él.


 José Manuel Acosta.

IDA

Miró hacia atrás esperando la casualidad
de sus miradas, acortando la frontera
que había entre sus labiós al insinuar un beso.
Se produjo un silencio
que empalideció la despedida que debía regresar
sin hacer ruido.
La noche anterior habían discutido como quien discute para saber cuánta sal tiene el mar.
Se quedó sentado en la rutina
murmurando las razones que
amputan las palabras objeto de reconciliación.
En el teléfono, el sudor intranquilo deja su huella
cuando suena como una alarma.
Al otro lado, la respiración se siente arrepentida
entre suspiros cuando el corazón habla recitando.
Se arrojó al vacío de las calles llenas de gente
porque la llamada demandaba prisa,intuyendo
que el tiempo limitaba la verdad.
Un lo siento cabizbajo, retrocede a la noche anterior intentando retomar las distancias por los largos pasillos del hospital.
Cubierta por una sábana, estaba la muerte
intentando pedir perdon que como casi siempre,
llega tarde a los difuntos.
Le entregaron lo único que se había salvado
del accidente que tuvo con el coche, un teléfono
que aún conservaba su aliento y un mensaje
de perdón.
La última vez que lo vi,supe que su vida,
sería un suicidio permanente
lleno de arrepentimiento.



José Manuel Acosta.

LA VIDA Y OTRAS SUERTES ( SONETO)

Vivimos una vida de apariencia
nunca nos exigimos compromiso
ahogamos a los pobres sin permiso
con falta de argumento en la conciencia.

La crítica nos nubla la razón,
la bondad sigue siendo un bien escaso
leeremos poesía por si acaso
el mal nos perjudica el corazón.
Hay que vestir al alma de victoria
porque vendrán momentos de tristezas
quedando el silencio malherido.
Viendo cómo agoniza nuestra historia
antes de perder todas las riquezas
perderemos los seres más queridos.


José Manuel Acosta.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

TIERRA HUMILDE

La noche me devuelve el dolor
cuando el sol nace con espinas
y la luna se acomoda entre arbustos
que se rompen
por las raíces de las oraciones.
Me lavo con el agua de los arrozales
que sangraron cantos luctuosos
otorgándonos un siglo de silencio
y toda una vida de solemnidad.
En el punto de partida
apenas poseemos un metro cuadrado de tierra
en la ciudad que huele
a silencio mojado
y toda nuestra historia,
se resume a dos fechas
en el obituario
de algún periódico,
una oración por nuestra alma
y una misa
para que nos lloren los hipócritas.



José Manuel Acosta.

NO SIEMPRE TENDREMOS TIEMPO

Empiezo el día con los gestos
que duermen entre mis dedos
porque a mi lado,
los ojos se despiertan
con intenciones.
La busco
porque el crucigrama de la vida
siempre tiene
una palabra que se resiste,
porque los árboles
no siempre están donde quieren
y porque cuando llueve
hay una gota
que se filtra por el alma
intentando
que se ahoguen los latidos.
La busco,
porque cuando la soledad
me muerda el cuello,
las heridas,
no se cerrarán
con el hilo del olvido
y será el momento
en el que mis miedos,
le hablen a la muerte de frente.
El amor, consiste en ver
lo que puede llegar
a doler lo que se pierde.



José Manuel Acosta.

SECUESTRO

Suspiró asomándose
a ese pequeño hueco
por donde se filtra la muerte.
Jugaba con los sueños
mientra pacientemente
esperaba un certificado de defunción.
Tenía el olor inconfundible
que duele hasta en las dudas.
La distraje con cansancio
y algo me susurró al oído,
en otro momento, le contesté.
Sentí el frío
que teme a la respuesta,
pero supo,
que hoy no era el día
de ponerle precio a la vida.


José Manuel Acosta.

sábado, 8 de noviembre de 2014

LAS ALMAS INVISIBLES

pintura: reynaldo giudici-la sopa de los pobres.


Sus manos tiemblan por el frío
que adormece hasta las lágrimas,
a su lado pasa la indiferencia
que arrebata cualquier sueño y esperanza
sin que el auxilio venere al corazón.
Los labios muerden la agonía
condenando a la muerte las palabras
que se diluyen sin fuerza entre suspiros,
pudriéndose la fe de la caridad.
Las ilusiones hace tiempo que dejó de llevar corbata
y ramos de flores
que se marchitan en la memoria bondadosa
para quebrar los pensamientos.
Me acerqué con el silencio que hallamos en la muerte
mirando su cara quemada por el dolor
y un café entre las manos.
Sus gracias, me hicieron
una profunda herida en el alma que aún
intento cicatrizar
porque me avergüenza la bondad
que se oculta en las esquinas
José Manuel Acosta.

A TRAVÉS DE SUS OJOS


La miro a los ojos,
como quien mira un vacío impertinente
cuando la esperanza se oculta detrás de las puertas,
como la costumbre de la tristeza
de pasear por callejones oscuros.
Sus lágrimas no llevan apariencias invisibles
porque la tristeza se escribe con sal
y es soluble en el dolor del alma.
Me cogió la mano con el miedo
que llevan los árboles en invierno,
buscando redimir el sufrimiento
con el torso desnudo de las heridas.
Guardó sus palabras en mi hombro
para sentir el reclinado pésame de la muerte
llevándose sin resistencia la vida,
preguntando si es posible
resignarse al recuerdo.
La miré, con esa falsa peculiaridad
que llevan los no pasa nada
cuando los pecados se asoman
en posición supina.
Recliné su cabeza en mi pecho
para que oyera los latidos
que escribían sonrisas al viento,
y me fui muriendo con ella.



José Manuel Acosta.

SUCEDIÓ EN SEVILLA

Paseando por Sevilla hoy,
una banda callejera tocaba New York New York en la campana,
compuesta por John Kander y Fred Ebb y que antes de Frank Sinatra,
la cantó Liza Minnelli sin mucho éxito.
Doblando la esquina, un aventurero se maquilla de tiempo inmóvil y horas olvidadas.
Ajeno a las miradas huidizas, el dolor silencioso de un cartón escrito,
pedía clemencia para la hipócrita moneda que se resiste
aunque escrito está : “ soy parado de larga duración, tengo hijos y sólo pido para alimentarlos”
no me paro a preguntarme cuánto de verdad puede llevar la conciencia de un bolígrafo,
ni cuánta prisa pueden llevar las calles que viajan por el silencio con
palabras bien escritas.
Me inclino portando una moneda que choca en el eco de una pequeña cajita, mirando los ojos de la tristeza compasiva y un agónico gracias que huye de las lágrimas.
Prosigo mi camino apretando con fuerzas la mano de mi mujer , nos miramos con un gesto raro, guardando la evidencia salada tras las gafas de sol.
Demasiado silencio entre tanta gente nos incomoda, y sin decir nada retrocedimos cuando tantos años juntos llevan igualdad y preguntamos ¿ has desayunado?
Sus cejas se arquean incrédulas respondiendo un no rotundo y seco.
-¿ quieres desayunar? -¿ me invitáis a desayunar?-¿ claro, qué te gustaría desayunar?
- un café no me vendría mal-¿ sólo un café? –si.
Pedimos un café con leche y me atreví a pedir una tostada ( no importa su relleno cuando la soledad es comprendida)
Una hora y media más tarde después de una historia que a cualquiera de nosotros
nos puede pasar, seguimos caminando junto a la suerte y nos perdimos en la vorágine de las historias.



José Manuel Acosta.

LOS INOCENTES

Los niños no son culpables de ninguna guerra
ni el poeta de escribir versos aunque esté herido. ( José Manuel Acosta.)
LOS INOCENTES
***********************
Permanente luz
te aproximas a consumir mis esperanzas,
callada sombra
al atisbo de la lumbre
sucumbes en tu caminar.
Oigo el sonido de las lágrimas
ayudadas por la voluntad del bien,
camino sobre
esperpentos inocentes
de poderosas miradas
salidas de la nada
que en silencio atajan las palabras.
En un horizonte sin bonanza
por encima de su existencia,
apenas si me atrevo
a mirarme a mí mismo,
solitario poeta sin cicatrizar
grito al mundo vuestra desdicha.
Anegados ríos de caricias
buscan el mar
bajo la soez mirada
de las almas perdidas.
Os reclamo, y así sea
amaneceres absolutos,
sublunar raíz inquieta
que liba de mi alma
la palabra libertad;
pereced en ella
para que muera
el silencio de las balas.


José Manuel Acosta.

Se fue con historias contadas en sus labios,
con la necesidad de alguien
en la mirada y el silencio de las ciudades
abrochando las beneficencias.
Abrió aquel libro
al que nunca prestó atención
y se dio cuenta, que allí estaba el tiempo buscando una nueva aventura.
Al final una fotografía
hablaba de los años olvidados,
la soledad empezó a tomar sentido.



José Manuel Acosta.

SIN CONDICIÓN

-La felicidad no es conseguir grandes logros, sino dar importancia a las pequeñas cosas-
-No se puede hablar de amor poniendo condiciones-

Ocultan sus miradas, sus besos y sus deseos
sin poder entrelazar los dedos,
porque hay quienes ponen condiciones al amor
y se escudan en la raíz de las religiones
para dar crédito a la humanidad.
Con el defecto incomprensible de sus teorías,
el hipócrita entiende
que los mismos rezos
salvan sus pecados y juzgan los de otros.
He conocido a los que se van de putas
con su falsa conciencia a cuestas
hablando de moralidad.


José Manuel Acosta.

Y DE PRONTO...TÚ

Cuando te aventuras a vivir
en el alma de otra persona,
el amor escribe tu historia
dentro del corazón.

*********************
Me invadió sin disculpas,
los latidos regresaban
de aquellas preguntas
que detienen el tiempo
mientras tu voz corre sorprendida.
Me llené de intenciones
porque hasta su nombre
invadía mis pulmones en silencio.
Siempre supe cuando
la vi por primera vez,
que aquel vestido de flores
perfumaría todas mis necesidades
y la soledad pertenecería
a ése gesto
abocado a la muerte.
Cerré los ojos con el primer beso
y le abrí mi corazón
para siempre.

José Manuel Acosta

viernes, 7 de noviembre de 2014

LA BASE DE TODA SOCIEDAD


Qué me importa el acomodado
o la iglesia ignorante,
ni el huérfano político
que al final sufre soledad.
Que me importa la escarcha
si deja en el tiempo
mi nombre ilegible
o las muecas del odio
que matan de hambre al alma.
Que me importa desangrarme
si los sueños miran de reojo
y pudren la esperanza
como un otoño furioso.
Que me importan las advocaciones
sin construir igualdades,
o los falsos discursos
que mueren en su  trampa
porque no causan efecto en los pobres.
Qué me importa todo
si al final la cultura me hace más fuerte
y menos ignorante.

José Manuel Acosta.



DESPUÉS DE HABER LLORADO

No te olvides, que la muerte no concede segundas oportunidades.

La cogí entre mis brazos,
en sus ojos lucían los años
con ruegos que no supieron a nada.
Se fundieron nuestras lágrimas
quedando inútiles los argumentos
de tantas noches sin luces.
Sentí como la vulnerabilidad
se filtra por la sangre
pareciendo perfecta hasta la muerte
que no entiende
de qué color es el dolor,
ni de cuantas penas
puede llevarse el mar.
De nada sirvió que con mi último te quiero
se fuese en paz
porque me quedé,
con el falso maquillaje
que disimula el drama
que me devuelva a la vida.
Ahora, hay un vacío en mi cama
mostrándome que los recuerdos
no sirven para el consuelo.


José Manuel Acosta.

NO ES IGUAL

Y me suena tu voz
como el eco desparramado
en las montañas,
como un beso
crucificándome la piel
o las palabras,
que vuelven
después de haberse ido.
Y ya ves
que mis lágrimas
no son de chocolate,
ni la bolsa de Judas
tiene valor,
que los intereses
no tienen días de fiestas
ni la conciencia
tiene vacaciones
y ser y estar,
no significan lo mismo.



José Manuel Acosta.

TACTO

Tiene la mirada humilde
y un gesto infantil en sus labios
como la inocencia
que perdemos con los años.
Al abrazarla,
tuve la sensación
que la casualidad lleva prisa
si el silencio
frío de la muerte
recuerda el miedo.
Sus manos desnudas de sentimientos
siempre vuelven a la vida
cuando alguien las toca,
porque sólo lo desconocido
pierde la memoria
y quedamos al descubierto
cuando ser y estar
no conduce a ningún sitio-

José Manuel Acosta.

domingo, 2 de noviembre de 2014

OTRA NAVIDAD

Llegará
con la luna rota
y los corazones
hurgando en la bondad.
Los ojos opulentos
buscarán razones
para no hacernos reproches
y despertarnos
por un día,
lo que ha estado dormido
tanto tiempo.
Diciembre
es el mes de los nobles
pero también
el de los hipócritas.
La Navidad
la inventó
una mentira
para encontrar
alguna verdad.


José Manuel Acosta.

PEGADO AL CUERPO

Me desabrochó la lengua
al tiempo
que perdía
la conciencia.
Empezaron sus manos
a tomar sentido
y percibí
la provocación
que tenía su boca
cuando me llevaba
al punto de la locura.
Sus pezones
eran un lenguaje
fundiéndose como el oro.
Sonrió lascivamente
desde arriba
y sentí
un chorro caliente
que me convirtió en cenizas.

José Manuel Acosta.

SIMPLE

Apenas asintió con los ojos
cuando las lágrimas
ya estaban mudándose de sitio.
Sus últimas palabras
se tallaron en madera,
ocupando menos tiempo
que la justificación
de las oraciones.
Al mirarla,
su sonrisa resbalaba descalza
y pensé si allí,
caben las ofrendas
cuando se impone
tanta distancia.
Los ladrillos
la vistieron de recuerdo
y me fui
con aquella bestia
que domina mi conciencia.


José Manuel Acosta.

SÓLO ES UNA VIEJA

Abrió los ojos con sorpresa
mientras en su boca
daba vueltas la soledad
fingiendo.
En la cómoda,
una fotografía, acumulaba
el paso del tiempo
con pequeños trozos de recuerdos
que la despertaban
en mitad de la noche
haciendo más larga la espera.
Su respirar,
sin ése lenguaje de palabras
que no llega a ninguna parte,
era cansado, como quien
ya no espera nada de la vida.
Vistió su lengua de fonética
como si quisiera
traspasar los suspiros
pálidos de sufrimiento.
Más abajo de su garganta
donde se clavan los malparidos,
los que nada concluyen,
ayuna el corazón
acostumbrado a perdonar
sin olvidar.
Sin decir nada, se dejó morir
para encontrarse
con quien la mira con cariño
desde una cómoda.


José Manuel Acosta.

ERES TÚ

Cuando se hayan ido
los días azules,
cuando las flores
se arrugen en lágrimas
y tu nombre
muera en mis latidos.
Cuando los poemas
vayan a mi funeral,
cuando las palabras
se queden sin recursos
y el amor juegue
a esconderse
por las vertientes de tu alma,
allí estaré yo
con un te quiero
entre mis labios
y un te amo
en tu silencio.
Mis versos
siempre serán visibles
porque son tus manos
quien los ha escrito.


José Manuel Acosta.

ESTÁ VESTIDA SÓLO DE PIEL

Tiene la sonrisa del jazmín
y los ojos
comprados de venganza.
La noche se emborracha
en una farola
cuando los trileros
extorsionan los latidos.
Después,
cierra el corazón
con olor a deuda
para dejar la conciencia
intacta,
y no se pudra la sonrisa
con dósis de silencio.
Los escrúpulos
se quedan en una esquina,
la resignación tiene precio
y la felicidad,
es deuda pendiente
para quien ha perdido
vaya ud a saber qué
cuando subsistir,
es una necesidad
con tacones altos.


José Manuel Acosta.

LA LIBERTAD DE LOS TE QUIERO

Se me abrazó al cuello, por unos instantes
la sentí de gelatina, me susurró al oído
esa palabra que se acomoda con
descuido en el corazón y sientes
todas las posibilidades
que tiene el silencio,
pero sus ojos tenían el dolor
del vientre donde nace la vida.
Se anticiparon sus lágrimas
que perfumaron mi cuerpo
de resina estremecida
como cuando lloran los árboles quemados.
La palabra dolía tanto
como la verdad cuando miente,
como la noche que duerme
a solas en tu habitación
enredándose en la almohada
las hostilidades.
Después de haberle mentido
a la sonrisa,
le devolví la palabra
que siempre le perteneció.
Fue al besarla cuando me di cuenta
que tenía los labios fríos
y que algo se anticipó
a mi te quiero.
Llegué tarde a darme cuenta
que cuando el corazón
es generoso,
las palabras no hieren.


José Manuel Acosta.