martes, 17 de abril de 2012

THALÌA Y MELPÒMENE


Me encontré
en asfaltos pecaminosos
de rodillas expoliando pecados,
veo al músico sacudiendo
su guitarra
por el decrepito
don que lleva una moneda,
algún cartón sirve de almohada
al sayón mugriento
de almas perdidas,
mientras una cándida mirada
en profunda soledad
expía algún gesto de ternura,
pero es tan ciega nuestra demencia
que se disipa
cualquier aliento
en busca de cariño.
Veo una cara de pasados
pintada de mimo,
comedia y tragedia
Thalía busca el presente
promiscuo de la sonrisa
cuando Melpómene
acaba pisando tierra,
la misma
que representaremos
en nuestra
última función.
José Manuel Acosta.

MINUENDO


Guarnida soledad que seleccionas tu gloria,
aquellos versos rotos fueron tristes en suerte
cansado de viajar en el antojo del Coria
ni sé aún que día pueda ver luz o muerte.

Quedando las heridas solas ante el dolor,
por huellas ciegas hago cicatrices de piedras
cuando los besos son pura nostalgia y temblor
y no despliego lágrimas ni manos de yedras

ni se me antoja ver lamentos del solitario,
porque labré conciencias sin temores a duelos
que asume más temprano que tardío el odiado

no ser querido por aquellos que tras su diario ,
acaban por vivir callando siendo macelos
y se le van los años por tenerlos prestado .
Josè Manuel Acosta.

MUY CERCA DE MÌ




A veces
en ese refugio invisible
de mi rincón solitario,
bajo los crepúsculos humildes
que enturbian el dolor
de la agonía,
la grama de mi espalda
hace que los dientes se aprieten
cantando como fusiles,
mis lágrimas pesan
como yunques
raspándome el cuello
como el cornal a un buey
y aspean mis noches
dominando horizontes
sin trabas.
Como garfios
se clavan mis uñas
intentando el consuelo
de mis manos
que tiemblan
como cardos
en agua hirviendo ,
desde que el mundo
es mundo
veo pasar al pueblo llano
en esqueletos
intentando dar forma
a la humanidad
-A veces-
se entierra al tiempo
exhumando los recuerdos
mientras suda gritos
la garganta .
Josè Manuel Acosta.

viernes, 6 de abril de 2012

EL BAÙL DEL TAXIDERMISTA


Soy un humilde escultor de palabras
meditando en la sombra incomoda de las necesidades
porque mi pluma no gana ninguna batalla,
pero me deslizo sobre el torso desnudo
de alguna hoja en blanco
mientras el guiño de mi pluma cómplice
se encoje de hombros sin pestañear.
Soy culpable de manipular palabras
para satisfacer  sentimientos olvidados,
mordiendo la otra cara de la vida
aunque siga siendo invisible
y cuando miro hacia atrás,
no encuentro remordimientos para  arrepentirme.
Solo soy un silencio en mi lengua
acostumbrado a gritar versos
que se clavan en lo prohibido del alma
embalsamando alguna  virtud;
si no lo consigo,
siempre quedarán las pequeñas letras
de un pobre taxidermista de palabras
que intentando ordenarlas
se olvidó de sus propios sentimientos.
Josè Manuel Acosta.